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No puedo evitar pensar que es una costumbre desafortunada poner a los niños nombres de personas que acaban mal. Aunque sean personajes de ficción, no es un buen augurio para los pobres. Hay demasiados Judes, Tesses, Clarissas y Cordelias. Si tenemos que poner a nuestros hijos nombres de personajes literarios, deberíamos buscar los felices, aunque es cierto que son mucho más difíciles de encontrar.