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Por lo tanto, debe ser vuestro cuidado, y el mío, elevar las mentes de nuestros hijos y exaltar su valor; acelerar y animar su industria y actividad; excitar en ellos un desprecio habitual de la mezquindad, el aborrecimiento de la injusticia y la inhumanidad, y la ambición de sobresalir en cada capacidad, facultad y virtud. Si permitimos que sus mentes se arrastren y se arrastren en la infancia, se arrastrarán toda su vida.