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  • Empiezo a ver que me rodeo de gente rota; más rota que yo. Ah, sí, déjame contar tus grietas. A ver, cien, dos... sí, te irá bien. Un compañero agrietado me hace parecer más entero, me da algo fuera de mí que cuidar. Cuando estoy con gente entera, curada, siento mis propias grietas, los destrozos, las locuras de la dislocación en mí mismo.

    Julie Gregory (2008). "Sickened", p.274, Random House