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Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, comprendemos que la grandeza nunca viene dada. Hay que ganársela. Nuestro camino nunca ha sido el de los atajos ni el de conformarse con menos. No ha sido el camino de los pusilánimes, de los que prefieren el ocio al trabajo o sólo buscan los placeres de la riqueza y la fama. Por el contrario, han sido los arriesgados, los hacedores, los creadores de cosas -algunos célebres, pero más a menudo hombres y mujeres oscuros en su trabajo- quienes nos han llevado por el largo y accidentado camino hacia la prosperidad y la libertad.