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De la chica que ahora estaba sentada ante mí... surgía una fuerza vital fresca y física. Era como un pequeño animal que ha aparecido en el mundo con la llegada de la primavera. Sus ojos se movían como un organismo independiente con alegría, risa, ira, asombro y desesperación. Hacía siglos que no veía un rostro tan vivo y expresivo, y disfruté viéndolo vivir y moverse.