-
Es curioso: cuando la gente te llama "tímido", suele sonreír. Como si fuera bonito, un pequeño hábito gracioso que se te quitará cuando seas mayor, como los huecos en tu sonrisa cuando se te caen los dientes de leche. Si supieran lo que se siente -ser realmente tímido, no sólo inseguro al principio- no sonreirían. No, si supieran cómo se te revuelve el estómago, cómo te sudan las manos o cómo no eres capaz de decir nada que tenga sentido. No es nada tierno.