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Al sofocar la voz de la conciencia, la pasión lleva consigo una inquietud del cuerpo y de los sentidos: es la inquietud del "hombre exterior". Cuando el hombre interno ha sido reducido al silencio, entonces la pasión, una vez que se le ha dado libertad de acción, por así decirlo, se exhibe como una insistente tendencia a satisfacer los sentidos y el cuerpo.