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Me irrita mi propia escritura. Soy como un violinista cuyo oído es certero, pero cuyos dedos se niegan a reproducir con precisión el sonido que escucha en su interior.
Me irrita mi propia escritura. Soy como un violinista cuyo oído es certero, pero cuyos dedos se niegan a reproducir con precisión el sonido que escucha en su interior.