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La prensa diaria es el principio maligno del mundo moderno, y el tiempo sólo servirá para revelar este hecho cada vez con mayor claridad. La capacidad de degeneración del periódico no tiene límites, ya que siempre puede caer más y más bajo en la elección de sus lectores. Al final despertará a toda esa escoria de la humanidad que ningún estado o gobierno puede controlar.