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Si uno siente la necesidad de algo grandioso, algo infinito, algo que le haga sentir consciente de Dios, no necesita ir muy lejos para encontrarlo. Creo que veo algo más profundo, más infinito, más eterno que el océano en la expresión de los ojos de un bebé cuando se despierta por la mañana y arrulla o ríe porque ve el sol brillar sobre su cuna.