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  • Atacar los libros malos no sólo es una pérdida de tiempo, sino que también perjudica al personaje. Si un libro me parece realmente malo, el único interés que puedo sacar de escribir sobre él tiene que venir de mí mismo, de la exhibición de inteligencia, ingenio y malicia que pueda ingeniar. No se puede reseñar un libro malo sin presumir.