El sol se pone largo y rojo. Se desenrollaron todos los nombres mágicos del valle: Manteca, Madera, todos los demás. Pronto atardeció, un atardecer de uvas, un atardecer púrpura sobre arboledas de mandarinas y largos campos de melones; el sol del color de las uvas prensadas, acuchillado con rojo burdeos, los campos del color del amor y los misterios españoles. Saqué la cabeza por la ventanilla y respiré profundamente el aire fragante. Era el más hermoso de todos los momentos.