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  • Y no echaba tanto de menos su presencia como su voz al teléfono. Incluso el hecho de que le mintiera constantemente, aunque no se pareciera en nada al amor, era una atención sostenida; ella debía importarle mucho para fabricarla de forma tan elaborada y durante tanto tiempo. Su engaño era una forma de rendir tributo a la importancia de su matrimonio.

    Ian McEwan (2010). “Atonement”, p.148, Random House