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Todos somos nuestros propios cementerios, creo; nos acuclillamos entre las tumbas de las personas que fuimos. Si estamos sanos, cada día es una celebración, un Día de los Muertos, en el que damos gracias por las vidas que hemos vivido, y si somos neuróticos rumiamos y lloramos y deseamos que el pasado siguiera presente.