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Para la mitad de la población mundial, unos tres mil millones de personas que viven con menos de dos dólares al día, unas elecciones son, en el mejor de los casos, un medio, no un fin; un punto de partida, no una liberación. Estas personas buscan menos una "electocracia" que los elementos básicos que para la mayoría de nosotros definen una vida decente: alimentos, vivienda, electricidad, atención sanitaria básica, educación para sus hijos y la posibilidad de abrirse camino en la vida sin tener que soportar la corrupción, la violencia o el poder arbitrario.