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Saber que todo llega a su fin es un don de la experiencia, un regalo de consuelo por saber que nosotros mismos estamos llegando a nuestro fin. Antes de conseguirlo vivimos en un presente continuo, e imaginamos el futuro como más de ese presente. La felicidad es felicidad sin fin, inocente de su propia muerte segura. El dolor es dolor sin fin.