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Escucha tu vida. Mírala como el misterio insondable que es. En el aburrimiento y el dolor de la misma, no menos que en la emoción y la alegría: toca, saborea, huele tu camino hacia el corazón santo y oculto de la misma, porque en última instancia todos los momentos son momentos clave, y la vida misma es gracia.