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Pero entonces los pastores y los hombres de Dios sólo pueden ser humanos, no pueden ser del todo hombres de Dios; y por eso nos han oprimido, quemado y torturado, y por eso han llegado a amar los palacios, el lino fino y la púrpura, y, ay, a veces, el mero lujo y la ociosidad.