Cuando amas a alguien, cuando lo amas de verdad, le abres tu corazón. Le das una parte de ti mismo que no le das a nadie más, y le dejas entrar en una parte de ti que sólo él puede herir: literalmente, le entregas la navaja con un mapa de dónde cortar más profunda y dolorosamente en tu corazón y en tu alma. Y cuando atacan, es como si te arrancaran el corazón.