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Las pantallas de televisión saturadas de anuncios promueven la idea utópica e infantil de que todos los problemas tienen soluciones rápidas, sencillas y tecnológicas. Hay que desterrar de la mente la noción ingenua pero tópica de que los anuncios tratan de productos. Tratan de productos en el mismo sentido en que la historia de Jonás trata de la anatomía de las ballenas.