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  • La idea, por tanto, de que la fe religiosa es de algún modo una convención humana sagrada -distinguida, como está, tanto por la extravagancia de sus afirmaciones como por la escasez de sus pruebas- es realmente una monstruosidad demasiado grande para ser apreciada en todo su esplendor. La fe religiosa representa un abuso tan intransigente del poder de nuestras mentes que forma una especie de singularidad cultural perversa, un punto de fuga más allá del cual el discurso racional resulta imposible.

    Sam Harris (2005). “The End of Faith: Religion, Terror, and the Future of Reason”, p.25, W. W. Norton & Company