Piensa en el ganado que pasta a tu paso. No saben lo que significa ayer u hoy, saltan de un lado a otro, comen, descansan, digieren, saltan de nuevo, y así de la mañana a la noche y de un día a otro, atados al momento y a su placer o disgusto, y por lo tanto ni melancólicos ni aburridos. [...] Un ser humano puede preguntarle a un animal: "¿Por qué no me hablas de tu felicidad, sino que sólo te quedas mirándome? Al animal le gustaría responder: 'La razón es que siempre olvido lo que iba a decir', pero entonces también olvida esta respuesta y se queda callado.