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Esa es la injusticia de la suerte de una mujer. Una mujer tiene que criar a sus hijos; y eso significa contenerlos, negarles las cosas que quieren, imponerles tareas, castigarlos cuando se portan mal, hacer todas las cosas desagradables. Y entonces el padre, que no tiene otra cosa que hacer que acariciarlos y mimarlos, llega cuando todo su trabajo está hecho y le roba su afecto.