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La contemplación en la época de Auschwitz y Dachau, Solovky y Karaganda es algo más oscuro y temible que la contemplación en la época de los Padres de la Iglesia. Por eso mismo, el impulso de buscar un camino de luz espiritual puede ser una sutil tentación de pecado. Ciertamente es pecado si significa un franco rechazo del peso de nuestra época, una huida hacia la irrealidad y la ilusión espiritual, para no compartir la miseria de los demás hombres.