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Una sombra negra descendió hacia el círculo. Era Bagheera, la Pantera Negra, de color negro tinta por todas partes, pero con las marcas de la pantera resaltando bajo ciertas luces como el dibujo de una seda mojada. Todo el mundo conocía a Bagheera y a nadie le importaba cruzarse en su camino, pues era tan astuto como Tabaqui, tan audaz como el búfalo salvaje y tan temerario como el elefante herido. Pero tenía una voz tan suave como la miel salvaje que gotea de un árbol, y una piel más suave que el plumón.