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La vida es santa y lo es para todos nosotros. El designio de Dios, ni yo mismo puedo entenderlo ni nunca lo entenderé, pero sí sé que lo que estamos viviendo ahora pasará y al final todos seremos hermanos, no sólo de sangre, como somos, sino hermanos en espíritu. Ni tú ni yo podemos cambiar el mundo o la naturaleza humana y sólo podemos aspirar a cambiar actitudes - y tal vez enseñar a los que tienen tanto a dar una parte de sus bendiciones a los que tienen menos.