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Poco a poco, al contarle a Sam todos estos detalles, llegué a ver el gran sentido del béisbol, que puede devolvernos a nosotros mismos. Somos un animal de multitudes, una especie altamente gregaria y comunicativa, pero la cultura y la edad y todo el miedo que llena nuestros días han puesto a casi todo el mundo en pequeñas cajas, cada uno de nosotros solo. Pero el béisbol, si lo amamos, nos devuelve nuestro lugar en la multitud. Nos restaura.