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  • A continuación salieron del vestíbulo las hermanas y sus maridos. Antes de que pudiera decir nada, el capitán me había tapado la boca con la mano y me estaba levantando mientras pataleaba. Cornwall hizo ademán de sacar la daga, pero Regan lo apartó. "Acaba de ganar un reino, mi duque, matar alimañas es tarea de siervos. Deja que el tonto amargado se cueza en su propia bilis". Ella me quería. Estaba claro.