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Mi encuentro con otro mundo y otra cultura y el comienzo de un apego a ellos me habían producido una irritación, apenas perceptible pero incurable, más bien como un amor no correspondido, como un síntoma de la desesperanza de intentar abarcar lo que no tiene límites, o unir lo que no puede unirse; un recordatorio de lo finita, lo reducida que debe ser nuestra experiencia en la tierra...