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  • Imagina un poema escrito con palabras tridimensionales tan enormes que tuviéramos que inventar una palabra más pequeña para referirnos a cada una de las grandes; que tuviéramos que reescribirlo todo en taquigrafía, aplastándolo en dos dimensiones, sólo para hablar de él. O no te lo imagines. Mira fuera. El lenguaje humano es nuestro intento de navegar por el lenguaje de Dios; somos nosotros corriendo entre las líneas de su epopeya, trepando por las vocales y construyendo casas con las consonantes.