-
Que la suma de la vida de un hombre no estaba en dónde terminaba sino en los detalles que lo llevaron allí. Que cometemos errores. Cerré los ojos, harto de acertijos, y para mi sorpresa sólo veía dientes de león, como si los hubieran pintado en los campos de mi imaginación, cien mil soles. Y recordé otra cosa que nos hace humanos: la fe, la única arma de nuestro arsenal para luchar contra la duda.