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Pero Jude", decía, "tú me conocías. Todos esos días y años, Jude, me conocías. Mis maneras y mis manos y cómo se me doblaba el estómago y cómo intentábamos que Mickey mamara y qué me dices de aquella vez en que el casero dijo... pero tú dijiste... y yo lloré, Jude. Tú me conocías y habías escuchado las cosas que decía por la noche, y me oías en el baño y te reías de mi faja raída y yo también me reía porque también te conocía, Jude. ¿Cómo pudiste dejarme si me conocías?