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  • Ahora que estoy solo, no tengo que ocultarlo; ya no tengo que esconder nada. Puedo soltar la cara porque nadie puede verme; porque hay veintiún mil pies entre ellos y yo... No, no tengo que apretar los dientes ni tensar los músculos de la mandíbula.

    Roald Dahl (1991). “Collected Stories”, Everyman's Library