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  • Lo he escrito antes y no me avergüenzo de escribirlo de nuevo. Sin Wodehouse no estoy seguro de ser ni la décima parte de lo que soy hoy, sea lo que sea. En mi adolescencia, sus escritos me despertaron a las posibilidades del lenguaje. Sus ritmos, tropos, trucos y manierismos están muy dentro de mí. Pero más que eso, me enseñó algo sobre la buena naturaleza. Basta con ser benigno, con ser amable, con ser divertido, con ser bondadoso.