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  • Si algo he aprendido en veintinueve años es que cada ser humano que ves a lo largo del día tiene un problema que absorbe al menos el 70% de su radar. Mi don -mala elección de palabras- es que puedo mirarte a ti, a él, a ella, a ellos, a quien sea, y saber de inmediato qué es lo que les quita el sueño: dinero, sentimientos de insignificancia, aburrimiento abrumador, hijos malvados, problemas laborales o quizá la muerte, con uno de sus muchos disfraces, acechando entre bastidores. Lo que me sorprende de la humanidad es que, al final, un abanico tan estrecho de penurias defina nuestra vida moral.