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  • La honestidad era un cliente difícil... Una vez que empezabas a permitirte un poco de honestidad, no era fácil contenerla o limitarla a una parte de tu vida. Era como la hiedra venenosa o un inquilino mandón. Una vez allí, no podías decirle lo que tenía que hacer. Tenías que luchar de verdad para evitar que se apoderara de ti.

    Ann Brashares (2008). “The Last Summer (of You and Me)”, p.163, Penguin