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La honestidad era un cliente difícil... Una vez que empezabas a permitirte un poco de honestidad, no era fácil contenerla o limitarla a una parte de tu vida. Era como la hiedra venenosa o un inquilino mandón. Una vez allí, no podías decirle lo que tenía que hacer. Tenías que luchar de verdad para evitar que se apoderara de ti.