Autores:
  • Las imágenes habían desaparecido, pero Calvin estaba allí, estaba con ella, formaba parte de ella. Había pasado de conocerlo en imágenes sensoriales a ese lugar que está más allá de las imágenes. Ahora era Calvin, no el pelirrojo, ni las pecas, ni los ansiosos ojos azules, ni la sonrisa radiante; tampoco oía la voz grave con algún agudo ocasional; nada de eso, sino Calvin. Estaba con Calvin, con cada átomo de su ser, devolviéndole toda la fortaleza, la resistencia y la esperanza que él le había dado.