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  • Cómo puede alguien confundir la verdad con la belleza, pensé mientras le miraba. La verdad venía con los ojos hundidos, huesudos o con cicatrices, cariados. Sus dientes eran malos, su pelo gris y desaliñado. Mientras que la belleza era vacía como una calabaza, vanidosa como un periquito. Pero tenía poder. Olía a almizcle y a naranjas y te hacía cerrar los ojos en una plegaria.

    Janet Fitch (2013). “White Oleander”, p.222, Hachette UK