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O tal vez una viuda lo encontró y lo acogió: le trajo un sillón, le cambió el jersey cada mañana, le afeitó la cara hasta que dejó de crecerle el pelo, se lo llevó fielmente a la cama todas las noches, le susurró dulces palabras en lo que quedaba de su oído, se rió con él tomando café solo, lloró con él con fotos amarillentas, habló en serio de tener sus propios hijos, empezó a echarlo de menos antes de caer enferma, le dejó todo en su testamento, sólo pensó en él al morir, siempre supo que era ficción pero creyó en él de todos modos.