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No quería que me hicieran fotos porque iba a llorar. No sabía por qué iba a llorar, pero sabía que si alguien me hablaba o me miraba demasiado de cerca las lágrimas saldrían disparadas de mis ojos y los sollozos saldrían disparados de mi garganta y lloraría durante una semana. Podía sentir las lágrimas rebosando y chapoteando en mí como el agua en un vaso inestable y demasiado lleno.