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No me casé contigo porque fueras perfecta. Ni siquiera me casé contigo porque te amara. Me casé contigo porque me hiciste una promesa. Esa promesa compensó tus defectos. Y la promesa que te hice compensó los míos. Dos personas imperfectas se casaron y fue la promesa lo que hizo el matrimonio. Y cuando nuestros hijos crecieron, no fue una casa lo que los protegió; y no fue nuestro amor lo que los protegió... fue esa promesa.
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