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Allá por el otoño me había despertado con una oscuridad y una cacofonía crecientes, como si algo en las profundidades estuviera gritando. Todo un coro de voces. Voces huérfanas. Parecían hablar por todas las partes no vividas de mí, y llegaban con una fuerza y un deslumbramiento que no podía contener. Parecían hacer estallar los límites de mi existencia. Ahora sé que eran el clamor de un nuevo yo que luchaba por nacer.