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La lluvia seguía cayendo a cántaros, ametrallando furiosamente los ventanales; se filtraba por los canalones de la torre y se deslizaba por el tejado plano, sonando como pisadas en el techo.
La lluvia seguía cayendo a cántaros, ametrallando furiosamente los ventanales; se filtraba por los canalones de la torre y se deslizaba por el tejado plano, sonando como pisadas en el techo.