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Mi antigua compañera de piso, Claire, había heredado la casa de su tío y, cuando se fue a hacer cosas mejores, me la dejó a mí. Y necesitaba muchas cosas. Sobre todo, necesitaba un tejado nuevo. Había una mancha preocupante en el techo de mi dormitorio que había empezado teniendo la forma aproximada de Rhode Island, pero que ahora se parecía más a Carolina del Norte. Unos días más de lluvia e iba a ser Texas. Y entonces no sería nada, porque las viejas tejas maltrechas se derrumbarían sobre mi cabeza.