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  • Si profeso con la voz más alta y la exposición más clara cada porción de la verdad de Dios excepto ese pequeño punto que el mundo y el Diablo están atacando en ese momento, no estoy confesando a Cristo, aunque lo profese audazmente. Donde se libra la batalla, allí se prueba la lealtad del soldado, y ser firme en todo el campo de batalla, es mera huida y desgracia si flaquea en ese punto.