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Durante todo este tiempo, he sabido que no lo merecía. Y, sin embargo, he tenido la debilidad, y todavía la tengo, de desear que sepas con qué súbita maestría me convertiste, montón de cenizas que soy, en fuego; un fuego, sin embargo, inseparable en su naturaleza de mí mismo, que no avivaba nada, que no encendía nada, que no hacía ningún servicio, que se consumía ociosamente.