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  • La mañana avanzaba con rapidez. El aire se hizo más nítido y penetrante, a medida que su primer matiz apagado: la muerte de la noche, más que el nacimiento del día, brillaba débilmente en el cielo. Los objetos que habían parecido tenues y terribles en la oscuridad, se volvieron más y más definidos, y gradualmente se resolvieron en sus formas familiares. La lluvia caía, espesa y rápida, y repiqueteaba ruidosamente entre los arbustos sin hojas.

    Charles Dickens (2016). "Oliver Twist", p.173, Pan Macmillan