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  • Incluso del miembro más humilde del Partido se espera que sea competente, trabajador e incluso inteligente dentro de unos estrechos límites, pero también es necesario que sea un fanático crédulo e ignorante cuyos estados de ánimo predominantes sean el miedo, el odio, la adulación y el triunfo orgiástico. En otras palabras, es necesario que tenga la mentalidad propia de un estado de guerra. No importa si la guerra está ocurriendo realmente y, puesto que no es posible una victoria decisiva, no importa si la guerra va bien o mal. Todo lo que se necesita es que exista un estado de guerra.

    George Orwell (1983). “1984”, p.416, Houghton Mifflin Harcourt