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Los buenos escritores definen la realidad; los malos se limitan a reformularla. Un buen escritor convierte los hechos en verdades; un mal escritor, la mayoría de las veces, consigue lo contrario.
Los buenos escritores definen la realidad; los malos se limitan a reformularla. Un buen escritor convierte los hechos en verdades; un mal escritor, la mayoría de las veces, consigue lo contrario.