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  • Alex decidió que ya había tenido bastante. Dejó el cuchillo. "De acuerdo", dijo. "Has dejado muy claro que no quieres trabajar conmigo. Bueno, está bien. Porque yo tampoco quiero trabajar contigo. Y si te sirve de algo, nadie creería que eres mi madre porque ninguna madre se comportaría como tú". "Alex...", empezó Carver. "¡Olvídalo! Me vuelvo a Londres. Y si el señor Byrne pregunta por qué, puedes decirle que no me gustó la gelatina, así que fui a casa a por mermelada.